Nota publicada el 12 de marzo de 2010 en el Suplemento Si! de Clarín "Un mundo de veinte camas y mil idiomas". Autor: Martín Lipszyk.
Un mundo de veinte camas y mil idiomas
A punto de terminar la temporada alta, el balance indica que la Argentina sigue siendo el paraíso de los hostels. ¿Los turistas quieren guerra?
Temperaturas superiores a los 30 grados, inundaciones, colapso de tráfico y... sin embargo, hay muchos sub 25 que viajan miles de kilómetros y atraviesan océanos para disfrutar de sus vacaciones en el implacable fin del mundo, aun sin las comodidades de un hotel 5 estrellas: cualquiera que haya salido a la calle habrá notado la invasión de mochileros extranjeros.
Mucho antes de que Buenos Aires decidiera explotar la internacionalidad del tango como producto para turistas adinerados, los jóvenes de otros países la consideraban ya una joya dentro de Latinoamérica (en Europa, se volvió un lugar común decir "Buenos Aires es la nueva Barcelona"). Y, haciendo juego con un estilo de viaje más ahorrativo, surgieron los primeros hostales o "hostels", una opción más económica que un hotel donde el viajero comparte la habitación y el baño con otras personas, y donde hay una cocina común para que cualquiera se prepare su comida (esto como base, las comodidades varían según cada lugar). A diferencia de los cientos de dólares que puede pagar un turista en un hotel tradicional, los hostels ofrecen camas por entre $30 y $60. Y a pesar de que la cultura pop intentó desalentar al viajero intrépido con una película de terror (justamente, Hostel), el fenómeno no se desinfla con la crisis: al contrario, se potencia.
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